Hacemos balance sobre el boicot de las tareas, que consideramos como una vulneración más a la figura del profesor, y cuya ‘huelga de deberes’ se ha perpetrado durante todo el mes de noviembre sin ninguna voz oficial que pusiera veto a lo que puede ser la continuidad del respeto a la función del profesorado. Como sindicato mayoritario en la educación pública no universitaria de Canarias que somos, reclamamos respeto en fechas recientes de la celebración del Día del Profesorado.

 

Advertimos ya desde septiembre de los peligros que la Confederación de Familias Canarias de la Escuela Pública, CEAPA, empezaban a insertar en la sociedad. Hemos de reconocer la defensa del profesorado ante agresiones físicas y, ahora, ante este desplante a su figura de autoridad, las administraciones nos han dejado solos en esto y, por este motivo, nos vemos obligados a repetir en ciertos aspectos los mismos argumentos porque no podemos permanecer en silencio ante este ataque a nuestra profesión. Si bien desde la CEAPA se insiste en que ‘la culpa’ no es del profesorado y que la actitud es de diálogo; lo cierto es que no se ha consensuado con nadie el realizar esta medida de presión.

 

Advertimos de las graves consecuencias de tomar la gestión educativa de forma anárquica y, de paso, recordamos que organismos que aglutinan a todos los agentes sociales inmersos en la educación, como el Consejo Escolar, han agendado entre sus temas principales las tareas escolares.

 

La suma de las voces sindicales a través de la Junta de Personal ha llamado al diálogo a padres y alumnos mediante las tutorías, respaldadas por una asistencia del 20%. Es decir, los docentes tienen vías de comunicación con padres y madres que no se están empleando al cien por cien. Asimismo, reiteramos su disposición al diálogo; frente a hechos consumados.

 

Por último, subrayamos que estamos dispuestos a participar en el debate sobre la necesidad de introducir racionalidad en los deberes escolares, reconociendo los beneficios que tienen dichas tareas para afianzar lo aprendido en el aula, inculcar hábitos de estudio, fomentar el esfuerzo personal e incluso la organización y la planificación del trabajo del alumno, siempre que se respete la adecuación, la moderación y la proporcionalidad de dichos deberes a la edad y al nivel educativo y, a su vez, respetando los diferentes tiempos del estudiante para jugar, descansar y relacionarse con los demás.

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