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Detalles: | Publicado: 03 Octubre 2011 | Visto: 3658

¿TAMBORES LEJANOS?

Los buenos aficionados al género cinematográfico recordamos todavía con emoción aquella famosa película, un auténtico “western” de la época, protagonizado por el admirado Gary Cooper bajo la dirección del maestro Raoul Walsh.

Este título nos habla de un peligro inminente, casi nos anuncia su inevitable llegada, aunque, de momento, se encuentra bastante distanciado de nuestra posición; para mayor intranquilidad, podemos oírlos cada vez con más claridad y, a medida que pasan los días (es decir, según transcurre el minutaje del film), esta inquietante amenaza se nos acerca sin remedio, hasta que comenzamos a temer por nuestra integridad física.

 

 

La situación por la que atraviesa la enseñanza pública de nuestras islas, en estos inicios del curso escolar 2011/2012, se asemeja bastante, a juicio de ANPE CANARIAS, al “clima de desasosiego y tensión” que tan magistralmente nos transmitía aquella inolvidable película de aventuras, de renombrado éxito en nuestra juventud.

 

Digamos que, como vivimos en TAMBORES LEJANOS, “la tensión se palpa en el ambiente”. Esta circunstancia nos merece una doble y contrapuesta valoración: mientras, para la ficción artística, cualquier aficionado la definiría como un logro extraordinario que absorbe la atención de los espectadores, obligándoles a mantener alerta los oídos y los ojos pegados a la pantalla, cuando aplicamos esta misma expresión al ambiente que se respira en nuestros centros de enseñanza estarán de acuerdo en que ya no podemos elogiarla, ni muchísimo menos.

 

Desde el pasado mes de septiembre, en Canarias escuchamos con gran preocupación el ensordecedor ruido de esos “tambores lejanos” que redoblan con tanta insistencia por otros ámbitos del Estado, en detrimento del servicio público educativo: imposición de nuevas (y peores) condiciones laborales al profesorado, reducción salvaje de plantillas en los centros, graves atentados contra el principio de especialidad docente, funcionarios de carrera que aguardan en casa su destino, despidos masivos o ausencia de nombramiento de interinos, incremento de los contratos con jornadas parciales, descalificación de los sindicatos como representantes legales de los profesionales de la enseñanza, etc...

 

Con el corazón encogido, asistimos en la distancia a las desesperadas respuestas que ofrecen nuestros compañeros y compañeras mediante encierros, concentraciones, manifestaciones y un calendario de huelgas cuyo final se presume lejano; todo parece indicar que nos encontramos ante un nuevo (¿y, quizá, definitivo?) “tour de force” para inclinar un poco más la balanza presupuestaria a favor de la enseñanza privada en Madrid, Galicia, Castilla-La Mancha o Navarra.

 

Por favor, que nadie piense que aquí, en este “bendito y afortunado” archipiélago, estamos nadando en la abundancia; lo que ocurre es que, durante la pasada legislatura (sobre todo en los dos últimos cursos), hemos sufrido una terrible sucesión de “recortes” y restricciones en los recursos materiales y humanos de nuestros centros educativos, además de limitaciones sin cuento en la oferta formativa y las medidas de atención a la diversidad.

 

Es cierto que el nuevo equipo directivo de la Consejería ha enfrentado sus responsabilidades con buen talante y una innegable voluntad de diálogo; también es verdad que, por primera vez en muchos años, se llevó a cabo un amplio nombramiento de sustitutos temporales antes de comenzar las clases, lo que ha supuesto un auténtico bálsamo para las esqueléticas plantillas de colegios e institutos.

 

Sin embargo, no seamos ingenuos: nuestro Presidente ya ha manifestado públicamente que los Presupuestos de 2012 experimentarán una reducción aproximada del 3% sobre los actuales. Por consiguiente, no consideramos descabellado pensar que, aunque Educación pueda escapar de “las tijeras” en esta ocasión, resultará imposible disponer de los recursos que demandan nuestros centros docentes.

 

¿No creen que los tambores retumban cada vez más cerca de Canarias?

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